Me olvide de mí por pensar en nosotros, pero tú también te olvidaste de ti, basándote en la misma excusa: “Nosotros”.
Nos perdimos de nuestra propia esencia, siguiendo las dinámicas neuróticas de la sociedad creyendo que la pareja está por encima del individuo creyendo que los “deberías” familiares están por encima del llamado de nuestra propia alma.
Me olvide de mí, te olvidaste de ti, y nos perdimos en el neurótico “Nosotros” social. Me olvidé de mí, busqué ocupar mi lugar en la dinámica económica, un factor más dentro del sistema establecido: El padre del hogar, que lleva el pan a la casa, el hombre de familia bueno, que se ocupa por mantener y proveer las necesidades básicas del hogar, que cada vez son más costosas, en donde lo básico se define con los anuncios y el mercadeo, en donde lo básico pasa de lo físico, de lo biológico, a la necesidad de mantener una imagen de “familia feliz”, con una casa a las afueras, con jardín y con un perro, un carro último modelo, vacaciones en Disney y Club Social. En donde lo básico, comprende la educación bilingüe en colegio privado para mis hijos y MBA en una universidad del exterior para mí. En donde lo básico pasa por las vacaciones en Europa y la membresía “Plus” en el gimnasio de moda. Cine restaurantes eventos sociales, todos los fines de semana.
Para poder proveer y mantener este estilo de vida me perdí de mí, me convertí en una “máquina productiva”. Pero tú también te perdiste de tí, te olvidaste de tí, no oíste lo que tu alma te susurraba, olvidaste tus sueños y te enfocaste, en los “deberes” del hogar, batallaste y también quisiste ser “productiva” a pesar tuyo. Lo familiar pasó a ser una parte molesta que te obstaculizaba la carrera profesional, el tiempo, el escaso tiempo, no se podía perder en actividades improductivas. Te olvidaste de ti y el desayuno se convirtió en una actividad incómoda que quitaba tiempo, y un café con una galleta rápidamente, sin cruzar palabra conmigo, con los niños se convirtió en tu rutina. Te olvidaste de ti y primo el informe, primo preparar la reunión, primo estudiar un posgrado más.
Las finanzas fueron simplemente la excusa para que me olvidara de mí y para que tú te olvidaras de ti. Las finanzas se convirtieron en objetivo para mantener el estatus social para cumplir esos “deberías” sociales. Las finanzas Más allá de ser un vehículo para proporcionarnos tranquilidad prosperidad y abundancia, se convirtieron en objetivo tirano, que nos deshumanizó. El dinero se convirtió en el protagonista de las dinámicas familiares reemplazando el amor. Empezando por el amor propio. Me olvide de mí y te olvidaste de ti.
Creímos que el objetivo era trabajar fuertemente para que a nuestra familia no le faltara nada. Al final, faltamos nosotros. Nuestro hogar se convirtió en un homenaje el consumismo, y tú y yo nos abandonamos a la neurosis productiva.
Para que hablar de finanzas en pareja, si al final... Ni finanzas, ni pareja.
La pareja son dos almas libres que se unen para florecer en libertad, son dos almas solas que comparten felizmente y con compasión su soledad. Dos almas solas, que tienen un camino individual de realización personal, dos almas solas que tienen el derecho de florecer, la obligación de prosperar, de encontrar su camino de sanar sus heridas, de dejar testimonio, legar patrimonio y finalmente trascender. Dos almas solas que se acompañan sin perderse en las dinámicas enfermas del otro. Sin comprarle sus trucos, artimañas, excusas para no emprender su propio viaje espiritual. Dos almas que se juntan para compartir su soledad sabiendo que cuentan con un apoyo, y que después de la batalla pueden regresar al calor del hogar, en dónde pueden sanar sus heridas, dónde pueden contar sus hazañas, en dónde pueden compartir sus miedos, en dónde pueden recargar la energía fundiéndose en el amor del otro, solamente para empezar nuevamente al amanecer, una batalla nueva en ese camino individual de sanación espiritual, de búsqueda de sentido y de realización del propósito presente.
Volvemos al hogar, al seno de esa mujer, a los brazos de ese hombre para poder enfrentar una y otra vez nuestra propia batalla individual y que ésta nos encuentre listos, recargados con la motivación necesaria de vivir plena y profundamente ese destino al que nuestra alma nos llama a gritos, ese camino individual, ese propósito presente mayor, más significativo, para que el paso por este plano material cobre un significado evolutivo, que quede el testimonio de una persona que buscó a Dios incansablemente. En donde el dinero sea una herramienta y no un objetivo, en donde la pareja, sea ese oasis al cual regresar, y no ese bulto que cargar, ni esa presión que soportar.
Primero está la pareja antes que el dinero, pero siempre estará por encima de la pareja, el camino individual.
Sanar el alma, para sanar la economía familiar, es un camino que debe hacer cada uno de manera individual, acompañados, pero individualmente.
La pareja son dos almas solas, que se juntan, para compartir su soledad.
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