
Photo by Camila Quintero Franco on Unsplash
“El hombre moderno vive en un estado de
vitalidad mediocre. Aunque por lo general no sufre
hondamente sabe poco acerca de lo que es vivir en
forma verdaderamente creativa. En lugar de ello,
se ha convertido en un autómata angustiado. Su mundo
le ofrece amplias oportunidades de enriquecerse
y disfrutar, y sin embargo se le ve vagando sin
sentido, sin saber en realidad lo que quiere y por lo
tanto completamente incapaz de averiguar cómo
conseguirlo. Se aproxima a la aventura de vivir sin
entusiasmo ni satisfacción”
Fritz Perls
¿Para qué estamos aquí?
¿Cuál es el sentido de la vida?
¿Cómo encuentro mi propósito?
La vida no tiene sentido. Usted le dará el sentido a su vida.
Buscamos un propósito, apuntamos a él ansiosamente, lo visualizamos como un ideal futuro, y buscándolo, nos olvidamos de vivir…
El futuro es un hábil embaucador, que nos seduce, que nos provoca, que atrae, que promete. Deslumbrados por sus promesas nos perdemos de lo único cierto: El presente. El Futuro es un hábil opresor, que nos intimida, que nos asusta, doblegados muertos de miedo nos perdemos de lo único real: El presente. El Futuro no existe más que en nuestra ansiosa mente, pues cuando llega, nos damos cuenta que es el presente.
Aceptar que la vida es un misterio, y que por más que lo busquemos, nunca podremos prever cuál es el destino que nos tiene preparado. Rendirnos y aceptar que el gran propósito, la razón de nuestro existir, sólo se podrá apreciar con nuestro último respiro, sólo cobrará sentido cuando se escriba la última letra, cuando se dé el último pincelazo, cuando suene la última nota. Antes no estará terminado, por lo tanto no podrá ser apreciado en su totalidad, no podrá ser comprendido, no podrá ser encontrado.
Nos desenvolvemos en una sociedad de consumo que nos presiona, que nos confunde. La exitología, los deberes impuestos por el Statu Quo en que nacimos, las frustraciones y miedos de nuestros ancestros, de nuestros padres, de nuestras familias, de nuestros seres queridos, quienes han depositado en nosotros grandes expectativas, de logro, de éxito, nos generan ansiedad y nos confunden, no nos dejan disfrutar y vivir plenamente.
Nos dejamos guiar neuróticamente por cantos de sirenas, que con su seductora voz, y promesas inalcanzables, nos van dejando exhaustos como el perro que sin sentido persigue su propia cola, y llevan, inevitablemente nuestro barco hacia los más peligrosos acantilados de la inconsciencia y la frustración existencial.
Inconscientemente nos dejamos presionar y surgen los “deberes”, los modelos a seguir, las verdades reveladas, y los perseguimos como autómatas, sin siquiera detenernos a analizar por nuestra propia cuenta que es lo que realmente queremos, que es lo que nos motiva en la vida, que nos impulsa a vivirla. No hemos desarrollado un pensamiento crítico, nos atemoriza cuestionar, poner en duda las "verdades" que vehementemente llegan a nuestros oídos y nos conformamos en silencio con lo que nos "toca", con lo que otros nos sirven en nuestro plato.
La búsqueda del propósito se ha convertido en otra neurosis mas. Buscamos una claridad en nuestra razón de existir, una seguridad de que recorremos un camino con la certeza del destino. La incertidumbre nos aterra, y dar un paso sin tener claridad del porqué lo estamos dando, nos saca de la zona de confort, nos incomoda caminar en la oscuridad, nos incomoda tener que idearnos creativamente la forma de iluminar el camino, de encontrar realmente la motivación para hacerlo.
Nos llenamos de excusas para no dar el paso que sabemos que debemos dar y nos convertimos en expertos procrastinadores que ven consumir los días uno a uno, sin emoción sin pasión, coleccionando arrugas, y kilos de mas, cuchareando la Nutella que calma la ansiedad existencial, hipnotizados en Netflix, Instagram y Facebook, soñando la vida que no nos atrevemos a vivir, esperando que alguién, que algo mágicamente nos solucione el eterno dilema de “ser o no ser”, caminar o esperar un poco mas, esperar el momento perfecto donde todas las variables que con la opresora razón justificamos se deben dar para que ese paso no sea en falso. ¡Que miedo que sea en falso!
Mediocremente queremos una certitud, una seguridad, una comodidad, el menor esfuerzo. Y pasamos a ser uno mas en los ejércitos de pusilánimes durmientes que conforman la mayoría de la humanidad, que pasa por este plano existencial sin siquiera atreverse a vivir un día en libertad, en libertad de las cadenas se sus propias limitaciones auto impuestas por el mismo miedo de vivir, sin enriquecerse ni gozar con todo lo que se nos ha sido dado desde el primer día, sin poder siquiera verlo, sin aceptar que la incertidumbre es lo único cierto y que el gozo de la vida radica en aceptar, en acoger esa incertidumbre con la confianza que al final saldremos ganando de la tormenta, bien sea que estrellemos el barco, o salgamos ilesos, ganaremos.
Los caminos fáciles se olvidan, que aburrido es recorrerlos. Los caminos que han sido difíciles, que caminamos sin conocer, sin equipaje, sin brújula, son caminos maestros, que nos dejan enseñanzas que se alojan en la mente y transforman en el corazón, dejando una impronta de por vida que nos transforman, que nos llevan a integrar y evolucionar, a recorrer el camino de la consciencia cada vez mas profundo. Atreverse a vivir la vida es el sentido de la vida misma. Buscar el camino, es el camino.
Pero… igual… la pregunta queda: ¿Hacia dónde direccionar mi barco? ¿Qué rumbo fijo en mi carta de navegación?
Aceptando que la incertidumbre es lo único cierto, y que nada está escrito en piedra, que el cambio es lo único constante, y con humildad aceptando también, de que no tenemos nada completamente claro, que en el camino se arreglan las cargas, que tenemos la posibilidad de escoger de todos los caminos uno de ellos, de acuerdo a nuestra realidad presente y según las condiciones que están dadas aquí y ahora y no otras que ilusoriamente quisiéramos tener, elegimos.
Elegir algo, significa descartar lo otro. Eso es elegir. Tener el carácter de desechar las demás posibilidades, los otros puertos posibles, y apostarle a uno solo. No hemos decidido nada, hasta que hagamos las paces con las demás posibilidades y las dejemos pasar, no serán para nosotros, no serán en esta vida, y eso estará bien.
Es en ese momento que realmente hemos decidido un rumbo.
Decidir es vivir la vida desde la consciencia, enfocar nuestra energía conscientemente a una actividad, a un objetivo. Enfocarse, enfocarse es expandirse. Y para enfocarse, lo que hacemos debe tener un sentido, debe motivarnos, debe tener un objetivo fijado desde la misma consciencia. Al decidir conscientemente nos empoderamos, nos energizamos y dejamos el pasado tranquilo, lo que pudo ser ya no nos agobia ya nuestro foco está en el presente.
Una decisión tomada desde la consciencia nos dá la fuerza de levantarnos de la cama y salir a enfrentarnos con ánimo y con coraje, pero sobre todo con alegría y pasión, a los nuevos impensados desafíos que queramos o no irán apareciendo.
A eso se refiere, cuando se habla de el capital erótico, ese hambre de vivir, de disfrutar cada mordisco que le damos a la vida, a vivir apasionadamente y con sentido cada minuto, ese es realmente el propósito presente, vivir una vida con propósito es vivir intensamente cada minuto cada segundo de nuestra existencia, que lo que hagamos tenga coherencia con nuestros objetivos, y estando atentos y enfocados podamos adaptarnos a la incertidumbre y el cambio desde la consciencia.
Al fijar los objetivos desde la inconsciencia, comparándonos, y dejándonos influenciar por una sociedad comercial que vive de la neurosis del consumismo, lo que conseguimos es angustia, afán, presión y frustración.
Cuando fijamos objetivos desde la consciencia dejamos de compararnos con los demás y empezamos a inspirarnos en ellos, y a inspirar a los demás a que emprendan su propio camino, empezamos a ser creativos y a encontrar soluciones que nos generan valor a nosotros mismos y a la sociedad con la que compartimos. Inevitablemente crecemos.
Fijar objetivos desde la consciencia nos llena de pasión, nos hace resilientes, nos empodera, nos da la seguridad de que podemos lidiar con la incertidumbre, sabemos que tenemos la capacidad de adaptarnos, de evolucionar. Es así que le damos nuestro propio sentido a la vida.
La motivación será nuestra, será auto referenciada, vendrá de adentro, de nuestra propia consciencia.
Lograr o no estos objetivos pasara a un segundo plano, el hecho es perseverar en el camino y vivir cada minuto con una visión de túnel, con un propósito presente que nos motiva, dejarlo todo en la cancha, que se diga que perdimos… ¡Que importa! Pero nunca nadie podrá decir que no dimos todo lo que podíamos dar, que no fuimos temerarios y que nos dejamos intimidar, que vivimos una vida en el miedo y morimos frustrados como uno mas que nadie recordará, que a nadie inspiró, que será un registro mas, una simple acta de defunción. Al final, todo lo que uno puede hacer, es sólo lo que uno puede hacer, pero que no sea menos. Eso será suficiente.
Para mí, el sentido de la vida es vivirla, es disfrutarla es gozarla a plenitud, es atreverse a florecer, es hacer uso pleno de todos los recursos que se nos han sido dados para este fin, ya, aquí, ahora, en este momento mismo. Ya somos abundantes, ya podemos generar riqueza, hoy mismo. No se puede llegar a donde uno ya está. Si buscas el propósito, enloquecerás, pues el propósito no se busca, se vive, lo único que te hace falta es tomar la decisión de vivir plenamente la vida que tienes.