Soy un convencido que para lograr la maestría en algo se necesitan tres cosas:
La primera es una clara y limpia motivación, que no nos mueva desde el miedo a la carencia, sino que venga desde un lugar mayor, más significativo; que venga desde el amor por la vida, del amor propio, una motivación abundante; que lleve a una potente claridad interior, de querer mejorar algún aspecto de nuestra vida, conseguir disfrutarla cada vez mas y a plenitud esta experiencia terrenal.
Una motivación que se presente como un fuego intenso en el corazón, que nos empuje a darle sentido a nuestra vida y a levantarnos todos los días con un claro sentido de propósito, logrando, de ser posible, impactar positivamente a quienes nos rodean.
La segunda tiene que ver con agradecer el camino recorrido por quienes nos antecedieron, honrar su sabiduría, acoger su conocimiento y desde ese punto, atreverse a saltar a lo desconocido, en solitario y con la confianza en uno mismo.
Empezar a buscar nuevos caminos, diseñar estrategias, concebir nuevos procesos, nuevas propuestas, nuevas ideas, soltarse al mundo de la creación, permitirse por un rato creer que todo es posible y tratar de encontrar caminos que nos hagan sentido, dejarnos sorprender por ese hilo inspirador que viene desde un lugar desconocido, misterioso pero cierto y que nos susurra al oído modos, formas, colores, fórmulas, esquemas, modelos, diseños, y sobre todo ideas. Todo siempre comienza con la diminuta semilla de una idea, que se riega también, como la motivación, con la fé en uno mismo.
La creatividad es la chispa Divina, es Dios en nosotros, es lo que nos diferencia de todas las demás especies de la tierra y la que nos permite prosperar, a pesar de las circunstancias.
Agradecer, soltar y con una profunda fé en sí mismo permitirse experimentar el vacío dónde todo es posible. Creer en mí. Crear valor.
Y la tercera que es tal vez la mas obvia y que se nos olvida que no es la única, ni la primera, en esta cadena: La práctica, la acción consciente.
No estaríamos dispuestos a practicar algo, si no existiera antes una poderosa motivación que está alimentada únicamente por la fe en nosotros mismos, en que podemos crear algo de valor, una profunda fé de que tenemos la capacidad crear valor, de crear soluciones que nos sostengan ante la incertidumbre y crear momentos que nos permitan experimentar algo mayor, más significativo.
La acción siempre vencerá la intención, hacer que las cosas sucedan, implica eso: Una acción consciente, que no es otra cosa que un actuar coherente, en dónde mi actuar se alinea con lo que siento y lo que pienso.
Pequeños pasos, todos los días, a veces grandes saltos, pero siempre presentes en lo que estamos, siempre conscientes, enfocados, dedicados, entregados a la experiencia presente plenamente.
Una entrega total al momento que estamos viviendo, alimentado por ese fuego que arde en nuestro corazón y la claridad de nuestras ideas. Contemplativos en la acción. Presentes, conscientes y con el coraje necesario para un actuar creativo responsable.
Tres pilares entonces para lograr la maestría:
Motivación abundante.
Creación de valor.
Acción Consciente.
Ah… y para lograr la maestría del dinero, se necesita eso mismo.